El encinar de Artadi

Foto: Gorka Zabaleta

 

La colina de Artadi subraya la íntima relación entre la toponimia y el paisaje. El encinar de Artadi abriga buena parte de la cara de la colina del mismo nombre que cierra el camino del río Urola en su margen derecha. Se trata de una masa continua y cerrada de encinas, de algo más de 20 hectáreas, sentada en una ladera de fuertes pendientes. Su ubicación, lo tupido del bosque y la contada alteración humana le confieren un encanto ecológico y paisajístico especial.

Flora y fauna

La vegetación es una clara muestra de los encinares cantábricos desarrollados sobre suelos calcáreos, vegetación que indica condiciones pretéritas en las que el clima era más seco y bonancible. Acompañando a la encina se encuentran el madroño, el laurel, el aligustre, el aladierno, el agracejo, y algunos robles. La abundancia de la zarzaparrilla, liana de tallos espinosos, dificulta el acceso al interior del bosque. El encinar de Artadi constituye una curiosa mezcla de vegetación de tipo mediterráneo y atlántico, y se trata de la última formación boscosa de estas características hacia el levante de Gipuzkoa.

La falta de superficie en el encinar de Artadi supone que esta masa boscosa no permita la instalación de comunidades avifaunísticas estables; no obstante, acoge especies forestales pequeñas, siendo raras las rapaces. Las aves que visitan la marisma utilizan algunas zonas arboladas de Artadi como posadero.

Entre los probables nidificantes de Artadi se pueden citar al autillo, la lavandera blanca, el acentor común, el colirrojo tizón, el zorzal común, la curruca mosquitera, el mosquitero común, el carbonero común, el herrerillo común, el agateador común, el pinzón vulgar, el verdecillo o el pardillo común. Fuera del periodo de nidificación la avifauna de la zona de Artadi varía según las distintas estaciones.

Aunque resulte harto difícil, los más afortunados pueden encontrarse en Artadi con varias especies de pequeños mamíferos entre los que cabe destacar a la comadreja o el zorro, que se benefician de lo intrincado de la vegetación para intentar pasar inadvertidos.