Zumaia, construida con la fuerza del cemento

17/12/2025

La fabricación de cemento desempeñó un papel decisivo en Zumaia, ya que supuso el punto de partida del desarrollo industrial local y transformó tanto la economía como la estructura social del municipio. Aunque hoy esta actividad ha desaparecido, sentó las bases de la Zumaia moderna.

La producción cementera comenzó hacia 1838, durante la Primera Guerra Carlista, utilizando como materias primas la piedra de Ibañarrieta y el lignito del monte Ertxiña. El producto obtuvo pronto una reputación internacional, especialmente por sus excelentes cualidades para las obras hidráulicas, llegando a conocerse como Cemento Zumaya. Incluso en los barcos pesqueros del Cantábrico era habitual su uso para tapar agujeros, gracias a su rápido endurecimiento.

En la creación y expansión de las cementeras de Zumaia pueden distinguirse dos etapas. En la primera, las fábricas eran instalaciones básicas compuestas por margas y hornos de combustión de lignito, por lo que se construían lo más cerca posible de la cantera, en la zona de Ibañarrieta-Agote. En ese periodo funcionaban tres empresas: Santa Cruz, de Corta y Compañía, en Agote; Nuestra Señora de los Dolores, de Eusebio Gurruchaga, en Arroabea; y Oiquina, de Olaizola y Compañía (Fábrica del Conde de Villafranca), en Oikia.

Fue entonces cuando surgieron las primeras fábricas modernas, que reunían en un mismo lugar los hornos y los molinos de molienda. El pionero en dar este salto fue Eusebio Gurruchaga, quien en 1858 construyó la fábrica Nuestra Señora de los Dolores en Arroabea.

En la segunda etapa, a finales del siglo XIX y tras el éxito de la empresa de Gurruchaga, aumentó el número de compañías que adoptaron este modelo. El prestigio del cemento natural del Bajo Urola creció tanto que el nombre Zumaya pasó a englobar todo el cemento natural producido en Gipuzkoa, convirtiéndose en sinónimo de alta calidad.

Sin embargo, tras el periodo de expansión llegó también el declive. La crisis comenzó en 1907, año en que cerraron dos empresas. Los años de entreguerras —sobre todo a partir de 1936— resultaron especialmente difíciles, y muchas fábricas se vieron obligadas a cerrar.

Tras la Guerra Civil, las cementeras de la zona iniciaron un proceso de reorganización. Aunque fueron años de cierta recuperación, la competencia del cemento tipo “Porland” era muy fuerte. En la década de 1970 el mercado favorecía únicamente a los grandes productores: Bedua cerró en 1972 y, en 1975, Rezola absorbió Alberdi. Finalmente, en 1999 se produjo el cierre definitivo de las cementeras en Zumaia, con el cese de actividad de esta fábrica de Arroabea.

Cementos Zumaya fue, durante más de un siglo, uno de los símbolos industriales de Zumaia y un pilar económico y social fundamental. Generó empleo, impulsó la vida social y contribuyó notablemente a la modernización del municipio. No obstante, su actividad también dejó huella en el paisaje y en el medio ambiente. Hoy, sus restos —edificios, instalaciones y la memoria colectiva de los ciudadanos— forman parte del patrimonio industrial local. La historia de Cementos Zumaya constituye, así, un testimonio esencial del pasado industrial de Zumaia y una valiosa fuente de reflexión para su futuro.

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