Duna y marismas de Santiago

Foto: Miguel Angel Muguerza

 

El río Urola nace en las faldas del monte Aizkorri, y tras un recorrido de casi 60 km a través del valle del mismo nombre, antes de desembocar origina grandes meandros entre las localidades de Iraeta y Zumaya. Al desembocar en el mar, el Urola forma una extensa barra de arena y limos en su margen derecha. Al norte de dicha barra, frente al Cantábrico, se expande la duna, y al abrigo de la bahía, la marisma.

Los materiales geológicos que aquí aparecen abarcan períodos desde el Cretácico superior (hace cerca de 75 millones de años), con calizas y margas, hasta el Eoceno inferior (hace cerca de 55 millones de años), formados por areniscas, arcillas y calizas margosas. La transición desde el período Cretácico al Terciario muestra calizas y margas con capas rojizas, advirtiendo la sedimentación de óxidos de hierro.

Sobre el substrato de calizas y margas del Cretácico superior se asienta la barra de arena y limos formada durante el Cuaternario. Estos sedimentos integran la playa y la marisma, llegando a alcanzar espesores de 30 m.

La playa y la marisma presentan vegetación variada siempre en función de las condiciones ambientales.

La playa (Duna)

La duna nace en la parte alta de la playa de Santiago, donde la vegetación se distribuye en bandas en función de la mayor o menor necesidad de resguardarse del influjo desecante del mar, su salitre y el viento.

Las plantas que se asientan en el límite entre la playa y la duna viven en pugna permanente con la marea y el viento por su propio espacio. En consecuencia, el manto vegetal es escaso, normalmente compuesto por plantas anuales y de desarrollo rápido.

Algo más retrasados, aparecen los pequeños montículos de dunas móviles donde se deposita la arena movida por las olas y el viento. Aquí crecen plantas vivaces que desarrollan largos estolones para fijar la arena.

Tras esos montículos móviles se despliegan las llamadas dunas grises, más estables y con un tapiz vegetal más tupido. Las condiciones ambientales ya no son tan adversas, el mar queda algo más lejos, y la lluvia arrastra las sales a capas inferiores. Los céspedes de plantas estoloníferas o reptantes, las comunidades de plantas anuales, las superficies desnudas y los pinos marítimos forman preciosos mosaicos sobre las dunas grises.

En la zona adyacente al límite de la finca de Zuloaga, al quedar casi fuera del dominio marino, crecen matorrales diversos y algunos árboles.

La extensión del arenal de Santiago es reducida (3 hectáreas) y está sometida a una fuerte presión de ocio y recreo, que se traduce en la invasión de plantas impropias del ecosistema. Sin embargo, su riqueza florística es notable; se observan hasta 49 especies distintas, entre ellas varias especies de hongos.

En el jardín de la casa-museo Zuloaga predominan los árboles (pinos y cipreses, principalmente), aunque también mantiene en muy buen estado de conservación céspedes dunares en varias zonas.

La fauna del arenal es fundamentalmente invertebrada; los grupos más comunes son los insectos, las arañas y los gasterópodos. Entre los vertebrados, son frecuentes los pájaros que nidifican en las arboledas o paran a descansar cuando migran. Antaño era cuantioso el número de lagartos verdes.

1. ¿Como se crean las dunas?    

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2. Conociendo los seres vivos de las dunas de Santiago  

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3. Conservemos nuestros tesoros

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La marisma

La marisma se forma en un terreno llano y de deposición de finos sedimentarios a lo largo de varios kilómetros en el estuario del Urola, creando un entorno especial y selectivo. Este ecosistema presenta una alta turbidez del agua debida al material en suspensión que aportan el río y el mar.

La influencia de las mareas determina la ordenación de una vegetación muy característica y especializada que aparece en bandas según su tolerancia a permanecer sumergida. Así, en el nivel más bajo, sobre un substrato blando y poco sólido, únicamente se observan algas verdes.

En las superficies que se inundan por pleamares de amplitud media, colonizando los limos, aparecen en primer lugar las praderas de gramíneas, que con sus raíces fijan y elevan el substrato, lo que permite el asentamiento de nuevos sedimentos.

Sobre ese substrato más elevado aparece una tercera franja vegetal formada por plantas típicamente marismeñas, que ocupan una zona muy húmeda, rica en sales y aporte de nutrientes de origen terrestre a través del río. La vegetación está dominada por plantas halófilas y su composición varía, situándose las más tolerantes cerca del mar, y alejándose las más sensibles.

La ría del Urola presenta dos zonas que acogen avifaunas íntimamente relacionadas: el área de Santiago y el entorno de Bedua. En ellas se han citado hasta 100 aves relacionadas con la marisma.

Los períodos con mayor presencia de aves coinciden con las grandes migraciones. El período primaveral es en el que mayor número de aves se observan en el estuario, pero es durante el otoño cuando las aves que la visitan permanecen en él durante un mayor plazo de tiempo. Entonces son habituales las bandadas de limícolas como correlimos, avefrías, chorlitos, agujas o archibebes.

Los patos nadadores conforman en general un grupo muy reducido de ejemplares; no obstante, se suelen observar, entre otros, al ánade real, al pato cuchara, etc. Tampoco faltan aves espectaculares y amenazadas de extinción, como la espátula, la barnacla cariblanca o la garza imperial. Destaca la aparición todos los años del águila pescadora, que suele permanecer en la zona de Bedua y que a veces busca alimento en la marisma de Santiago.

Durante el invierno la avifauna se restringe; las aves que permanecen aquí durante este período son relativamente comunes como las gaviotas argentea, reidora y patiamarilla, el correlimos común, el chorlitejo grande y el cormorán grande. También la garceta común y la garza real, cuya colonia principal de invernada se localiza en Bedua.

Especies que durante el invierno se localizan en mar abierto y que durante los duros temporales sufren un gran desgaste, buscan refugio en el estuario. En estos casos, la ría del Urola socorre a aves como el págalo parásito, el negrón común, el alca común o el arao común.

Durante el verano también son pocas las especies que permanecen en la marisma; se observan las lavanderas blanca y cascadeña, el andarríos chico, ejemplares jóvenes de gaviota patiamarilla y reidora, etc. Destacan dos especies nidificantes: el ánade real que cría habitualmente en el jardín de la casa-museo Zuloaga, y el chorlitejo chico que lo hace en la zona de Bedua